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miércoles, 10 de enero de 2018

Difuntos que a veces resucitan


El Albany Evening Journal del 21 de diciembre de 1867 contaba la historia de la joven que murió dos veces. Era una criada de 17 años llamada Van Arsdale, que vivía en casa de su patrones en Whiteland, Indiana. Enfermó y, tras una semana de altibajos en su estado, dejó de existir. Los médicos creyeron detectare el pulso, aunque sumamente débil, no permitieron que fuera enterrada. Después de un coma profundo que duró 12 horas despertó diciendo que había estado en el cielo hablando con Dios y con varios difuntos de la localidad, de todos conocidos. Para demostrar que no mentía, relató lo que habían contado acerca de algunos vecinos, que sólo conocían éstos y los difuntos. Declaró a continuación que no tardaría en caer en un nuevo trance, como así sucedió. Volvió a despertar para contar nuevas intimidades, que a muchos no agradaron. Esta vez no volvió a morir, sino que lo hizo en su ancianidad, cuando le llego la hora de la verdad.


Una fuerte tormeta eléctrica se descargó el 17 de agosto de 1901 sobre Hauston, población del estado de Kansas, en el momento de realizarse un entierro. Dentro de un ataúd metálico yacía el cuerpo sin vida de la hija del ranchero Samuel Mc. Preaz, muerta a la edad de 5 años. Se produjo un relámpago y un rayo fue a caer sobre el ataúd y lo tiró al suelo, al mismo tiempo que al conductor y a los dos caballos. Quedó abierto el ataúd y de él salió, ante el terror de los presentes, la niña llorando y preguntando por su mamá.
Los papás de la niña creyeron que el rayo había sido enviado por el cielo para resucitar a la hijita querida. La noticia fue publicada en el Cincinnati Enquirer del día siguiente. Los médicos que examinaron a la niña resucitada anunciaron que había sufrido un ataque de catalepsia que la hizo pasar por muerta y que el shock la revivió. Los testigos afirmaron, en cambio, que aquello fue un milagro de verdad.


Musyoka Mututa murió a la edad de tres años en Kitui, poblado situado a 160 kilómetros de Nairobi, capita de Kenia. Lo envolvieron en una sábana cuando era bajado a la fosa comenzó a gritar. Volvió a morir a los 9 años más tarde, en pleno campo, y fue hallado su cuerpo tras una búsqueda de seis días. Resucitó de nuevo en el momento de ser enterrado. Su tercera muerte tuvo lugar en mayo de 1985, después de una corta enfermedad. Despertó de repente y pidió un vaso de agua. Los familiares de Mututa no se sorprendieron ni asustaron. Estaban ya acostumbrados. Explicó el Lázaro keniano que, al igual que en las ocasiones anteriores, los ángeles del Cielo le manifestaron que se habían equivocado y lo mandaron de regreso a la tierra. Murió por cuarta vez en septiembre del mismo año, a la edad de 60 años. El cuerpo permaneció dos días en su casa , en espera de que se produjera otra vez el milagro. Pero como el hermano del presunto difunto recordase, muy oportunamente, las palabras mencionadas meses atrás por Muskoya, de que ¨ahora le tocaría las de perder¨, ordenó la inhumación del cuerpo. El cumplió lo que dijo. No volvió a dar señales de vida.