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lunes, 13 de marzo de 2017

El enigma de la combustión espontánea


Si bien existen algunas explicaciones para las caminatas sobre el fuego, razonables en apariencia pero que no ha todos ha logrado convencer, no puede decirse lo mismo cuando se desea aclarar el enigma de las personas que arden de repente y se convierten casi por completo en cenizas, mientras que los objetos que se encuentran en torno suyo ni siquiera se chamuscan. A este misterioso fenómeno, que puede considerarse inconcebible y que atenta contra las leyes de la Física, se le ha dado el nombre de combustión espontánea. Nada puede decirse de él, como no sea presentar algunos ejemplos y mostrar las pocas teorías lanzadas para tratar de explicarlos de forma razonable.


En el mes de febrero de 1985 murió Jacqueline Fitzsimons, vecina de Cheshire, en Inglaterra, en muy extrañas circunstancias.  Joven era estudiante de cocina en el Halton College de la localidad. Se disponía a abandonar la escuela, al término de las clases, para ir al comedor. Sintió de repente que se convertía en antorcha, a la mitad del pasillo. Por fortuna, estaba muy concurrido. Las demás jóvenes, sorprendentes ante el espectáculo, reaccionarían de inmediato y pidieron apagar en cosa de segundos el fuego. Jacqueline fue conducida de inmediato al hospital Whiston, en Merseyside, donde fueron atendidas sus quemaduras. Sin embargo, no sobrevivió a ellas. Murió al cabo de dos semanas.


Benedetto Supino, de 16 años de edad, vivía con su familia en Farmia, Italia. Un día de Mayo de 1983 fue a la tienda de artículos electrodomésticos propiedad de su padre, Vittorio Supino. Todo lo que había en la tienda hizo cortocircuito, y lo mismo sucedió cuando el signor Supino condujo al muchacho a una tienda del muelle. Si Benedetto tocaba objetos de plástico o de goma, echaban a arder. Acudió a verlo el neuropsiquiatra Sandro Bartolomeo y se mostró escéptico. Dijo al ver lo sucedido que la ciencia no podía explicar el extraño fenómeno. La familia pidió entonces la ayuda del cura del pueblo. Estaban seguros los esposos Supino de que el diablo se había posesionado del muchacho. Se realizó el exorcismo, pero no condujo a nada. Siguieron ardiendo los objetos de plástico y goma en cuanto de aproximaban a ellos Benedetto. El parapsicólogo Massimo Inardi, que visitó al muchacho, ofreció una explicación: Benedetto acumulaba energía en su cuerpo – como le sucede a todos los seres humanos – y no era capaz de controlar las descargas inesperadas.

La explicación dada por este parapsicólogo ha  sido la misma lanzada por algunos científicos que han estudiado el fenómeno: se debe a la carga electrostática que algunas personas pueden acumular, pese a ellas, en el cuerpo; y esa carga alcanza a veces hasta 20000 voltios. Esta electricidad se descarga por los cabellos, pero en los casos extremos las chispas provocan incendios, si las personas que las despiden se encuentran cerca de productos combustibles o si son muy aficionadas a ingerir alcohol.